Tras el cortejo de hermanos de vela encabezado por la cruz de guía y otras insignias de la hermandad, salía la imagen del antiguo Cristo del Mayor Dolor que hoy día advocamos como Cristo de la Humillación, ejecutado en el siglo XIX por el artista local Pedro Muñoz de Toro y Borrego siguiendo el estilo iconográfico de la misma representación antequerana. El paso de misterio lo completan una columna y los dos centuriones romanos tallados por el sevillano Ventura Gómez Rodríguez y que vinieron a sustituir a otros de escasa calidad que no estaban acordes con la talla del Cristo.
El paso llevo un variopinto exorno floral, destancando el clavel rojo en voluminosas piñas presidiendo las esquinas, y el iris morado salpicado con otras especies florales en el resto de la canastilla. Fue su manijero Jose Luis Tiendas.
Tras el paso de Cristo y la corte de mantillas, salía la pequeña y hermosa dolorosa, antigua titular de la Congregación Servitas, que cobijada bajo el palio de exquisitos bordados que su propio taller realizara para Ella, paseo su dolor las calles de su feligresía.
La Señora atribuida a Blas Molner, lucía el magnífico manto y terno de terciopelo negro y bordados dieciochescos, joya sin duda del patrimonio cofrade lucentino.
Una espesa tarta de encaje beigge combinado con encaje dorado rompían la sobriedad de la vestimenta enmarcando el bello rostro de esta "asevillanada" dolorosa de aires granadinos, y su pecho coronado por espadas y corazón de plata.
Llevó el mando de su cuadrilla, Juan Carlos Servián
Pusieron el punto musical al desfile de la cofradía Servita, la Banda de Cornetas y Tambores de los Romanos de Iznajar que acompañó al Cristo de la Humillación y la A.M. de la propia hermandad, que entonó diversas marchas tras el paso de palio.
- Fotografías:Lucenahoy
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