Fuera, el cielo lucentino se desborda cubriendo la ciudad. Dentro, en la Capilla, es el Cielo de unos ojos el que cubre Sus mejillas nacaradas con un velo de perlas.
A los pies de Dios...cabizbaja, adormecida, sumisa y envuelta en esa atmósfera inconfundible que la acuna y la consuela, quemando su dolor junto a los cirios, mientras sueña con una nueva "Madrugá" para salir a Socorrerlo...
Olor a incienso y cera que apasiona al lucentino. Tan intrínseco que junto al clavel nos hacen navegar en el río de los recuerdos y la nostalgia, transportándonos en el tiempo, a un Viernes Santo cualquiera...
- Fotografías: Jose Antonio Moreno
Preciosas palabras y preciosa como está vestida la Virgen del Socorro. Chapó
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