Tras el numeroso tramo de hermanos de vela, quedaba enmarcado el olivo del paso de misterio sobre el arco de la puerta principal de este antiguo convento franciscano, recortándose en el la imagen de Jesús arrodillado y orante ante el ángel confortador. La autoría de las imágenes recae sobre el cordobés Manuel Luque Bonillo, quién sometió a restauración al Cristo de la Oración en 2009 para dulcificar la expresión de su rostro agonizante en el huerto de Getsemaní.
El capitán que dirigió este impresionante barco de caoba tallada, con airosos candelabros arbóreos de cera verde, las tallas de los cuatro Evangelistas en las esquinas y las cartelas en las que se recrean algunas de las máximas devociones cristíferas de esta mariana ciudad, fue Jesús Molina.
Y trás la oración del Hijo, la oración de la Madre de Dios. La última de las dolorosas de Álvarez Duarte en incorporarse a la Semana Santa de Lucena y la primera de este autor en procesionar en los desfiles de esta semana de pasión, muerte y resurrección del Redentor.
La brillante Estrella de Getsemaní que con la mirada puesta en el AraCoeli de la gloria de su palio, paseo su dolor por Lucena con la misma elegancia que lo hizo su cortejo de mantillas, gracias a la labor de su cuadrilla encabezada por Daniel Arcos.
El adorno floral de ambos pasos fue exquisito, variado y colorido para el Cristo, en el que destacaban las rosas rojas y el iris morado contrastando con el iris blanco; y distinguido el de la Señora de la Estrella a base de flores blancas y un centro de rosas rojas en el centro de la delantera que le aportaba un punto de seriedad.
En esta ocasión la nota musical la puso la Banda de Música de Espejo (Córdoba)
- Fotografías: LucenaHoy
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