miércoles, 20 de febrero de 2013

Viacrucis Nstro. Padre Jesús Amarrado a la Columna - Miércoles de Ceniza 2013

Una semana hace ya que vivimos en Cuaresma.  Era Miércoles de Ceniza, el día quizás, más esperado por todos los lucentinos. Ese día en el que las miradas se clavan en el calendario y comienza la última de las esperas mientras las cruces ocupan día tras día su casilla.
A partir de ahí los días vuelan buscando un único destino porque es  hora de soñar, de sueños cofrades. Es hora de levantar efímeros altares que alzen a la gloria a nuestros sagrados Titulares, tan alto como suben los cohetes que anuncian cada domingo los besapies y besamanos.
Días en los que el hasta el mismo Dios tangible en la madera, baja de sus altares para acercarse aún más a lo terrenal e invitarnos a caminar tras Él con cada estación del Viacrucis.
Días de cultos, de juntas, de ayuno y penitencia, días de esfuerzo y preparativos que verán su recompensa en menos de cuarenta noches... Pero hasta entonces seguiremos soñando. Soñando y recordando lo que vamos viviendo durante este sueño que se nos antoja eterno en el tiempo.
Y hoy, nos detenemos en recordar ese miércoles pasado:
Aquel día en que Santiago inauguraba la Cuaresma abriendo de par en par sus portones para que el pueblo acudiera a imponerse la ceniza y a contemplar, como la silueta del Dios más humano, maniatado y azotado por nuestro pecado, se recortaría sobre la piedra fría de cada una de las columnas del templo.
De un momento a otro, la luz quiso dar paso a la rigurosa oscuridad creando una atmósfera de recogimiento que en aquel mismo instante quedaba interrumpida por los miles de flashes parpadeantes que deseaban capturar para el recuerdo el entrecejo sufriente del Rey de la Judería...


 



- Fotografías: J. Antonio Bergillos
- Video-Resumen: LucenaHoy.com

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